La prueba del algodón
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Primero pensamos en el Cliente, luego en nuestra empresa,
en nuestro equipo y en último lugar en nosotros mismos.
Trabajamos en pos del beneficio del Cliente a largo plazo.
No lo podemos garantizar, pero hacemos todo el esfuerzo
para obtenerlo. Las finanzas tienen una importancia
enorme para las personas y las empresas. Los ahorros de las
personas y de las familias y los recursos que las empresas
y entidades públicas necesitan para su desarrollo son
sagrados para nosotros, y gestionarlos supone una gran
responsabilidad. Actuamos siempre con prudencia y
sensatez.
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Decidir si algo puede ser beneficioso para el Cliente
no siempre resulta fácil. Nos preguntamos siempre:
“¿Recomendarías esto a un familiar o a un buen amigo?”
Si tenemos dudas, las comentamos abiertamente.
Defendemos con coraje aquello que creemos que es lo
mejor, intentando argumentar con respeto y convicción. La
última palabra la tiene, por supuesto, el Cliente.
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Asesoramos y actuamos solo cuando el Cliente entiende
con profundidad el contexto de su inversión. Solo
personas plenamente conscientes de su situación vital
pueden invertir bien sus ahorros. Por ello, nos interesa
la persona en todas sus vertientes, con sus necesidades,
ambiciones, sueños y miedos.
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Como señal de respeto, la palabra Cliente siempre la
escribimos en mayúscula.
Servir confiando
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Lo que nos mueve es el genuino deseo de servir, no la
posibilidad de ganar un mayor margen financiero.
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Alcanzamos nuestro propio éxito cuando actuamos con
lealtad y honestidad en beneficio del Cliente, tenemos
toda la confianza y la convicción de que nuestras
actuaciones redundarán en una situación financiera
próspera y sostenible.
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Seleccionamos a nuestros Clientes de forma consciente.
Elegimos a quienes podemos dar un servicio exquisito, a
quienes comparten nuestros estándares éticos y aprecian
nuestros valores.
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Ofrecemos nuestros servicios sólo si tenemos las
habilidades, los conocimientos y los medios para
hacerlo bien. En caso contrario, declinamos el negocio y
recomendamos a alguien que lo pueda hacer mejor.
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Evaluamos con mucha atención los riesgos que
asumimos. Nuestra propia salud financiera es sumamente
importante. Si intuimos dificultades, sabemos reaccionar
rápidamente. Una empresa en dificultades no puede
servir adecuadamente, y menos en el sector financiero.